El sábado estuvimos en el estadio Omnilife, con la idea de ver un buen partido entre México vs Ecuador, la lógica indicaba que México tendría poca dificultad para ganar un encuentro ante un equipo que en papel era inferior.
Hoy el resultado ustedes lo conocen, México perdió 2-1 ante Ecuador.
Pero más allá del resultado, hoy me quedo con la siguiente reflexión, Así como en los jugadores de la selección el pasado sábado hubo displicencia, arrogancia y falta de entrega en la mayoría de los jugadores, me pregunto: ¿En cuantas ocasiones actuamos de la misma forma que ellos en la vida?
Reflexionando en días pasados con respecto a esto, recordé mi anterior trabajo, en el que llegó el momento en que mi comportamiento era algo arrogante y displicente, confiado en mis resultados y de alguna manera en que no era mi única fuente de ingresos, quizá mi comportamiento no era el más adecuado ante mis superiores, quien pese a tener deficiencias y falta de experiencia en el negocios que manejábamos, no dejaban de ser mis jefes, y al final me lo hicieron saber tomando la decisión de separarme de la compañía. Hoy las cosas han cambiado, y pese a estar en una compañía, donde hay más carencias y falta de experiencia en los procesos, hoy valoro la oportunidad de pertenecer a esta plantilla laboral, e intento aportar lo que esté en mí para la mejora del negocio.
Creo que en ocasiones nos sucede a muchos, lo que según yo, les pasa a nuestros seleccionados, se sienten tan seguros en su posición, que ya no trabajan con la misma pasión.
Y es que es tan fácil el acostumbrarse a un status, ya sea laboral o incluso emocional, que uno comete el error de dejar de dar gracias a diario, por lo que tenemos, y abonar la tierra a diario para la semilla que sembramos no de él fruto anhelado.
No por nada nuestros refranes, son tan sabios y tan ciertos, así que les dejo uno que creo que aplica aquí. “Nadie sabe lo que tiene, hasta que lo ve perdido”