Ayer tuve la oportunidad de compartir “el pan y la sal” con una persona de Canadá quien venía a dar seguimiento a un proyecto laboral.
No me había tocado conocerlo, hasta el día de ayer y me llamó la atención el tipo de trabajo que tiene. Es vendedor, como casi todos lo somos, pero esta persona lo que hace es ayudar a empresas canadienses principalmente, a vender sus productos en todo el mundo, es un Freelance.
Es posible que como el, existan cualquier cantidad de personas en el mundo, pero de cualquier forma me hizo reflexionar como hasta hace algunos 15 años, quizá no era tan común ésta práctica en nuestro país. Hoy con el avance de las comunicaciones, ya es posible el desayunar en América y Cenar en Asia.
Cuando inicié mi carrera laboral, el pensar en cambiar de ciudad era algo que tenías que pensar muy bien, y de hecho muchos de mis amigos de ese entonces, aún siguen viviendo en su ciudad natal. Cuando buscabas empleo, generalmente lo hacías buscando trabajo en la ciudad donde vives, sin embargo hoy, ya lo puedes buscar no solo en la ciudad donde vives, si no en el país donde vives, y por qué no, en el mundo que vives.
Yo he tenido la fortuna de vivir en varias partes del país, y ha sido divertido. Dejas amistades y puertas abiertas en cada ciudad, no me arrepiento.
Volviendo a la figura de vendedor freelance, es algo retador, ya que finalmente no tienes un ingreso seguro, así que si vendes ganas y si no, pues no. Pero me pregunto cuantas ocasiones, esta zona de confort que te da un empleo, te “estanca” y no te permite avanzar más, laboralmente hablando claro. Y esto me recuerda a un jefe que tuve en el pasado, quien me decía: “Señor Zazueta, los empleos escasean en nuestro país, pero el trabajo… ese sí que sobra”.
Cuantos estaríamos dispuestos a dejar la seguridad de un sueldo, para iniciar tu propia empresa?… no lo se, pero lo que si se, es que posiblemente yo haga….