Esta frase muy típica de los mexicanos hace alusión (según yo) a las consecuencias de un comportamiento no necesariamente muy responsable que digamos de nuestra parte, pero que hemos disfrutado mucho en ese momento sin importar lo que venga después.

Sin embargo, hoy yo lo aplico muy literal. Y es que el pasado sábado iniciaron las posadas para mí. (cierto, no deberían llamarse así todavía, pero bueno… ya empezaron).

El sábado dieron inicio las celebraciones decembrinas (aún en noviembre) por parte de la empresa donde trabajo, así que muy puntuales, cual es mi costumbre, llegué a la hora citada a lugar indicado.

Yo debería de participar en una dinámica que propuso el Director de RH a lo que no tuve problema en decir, si. Ya que este tipo de juegos siempre me han divertido (jugamos a 100 mexicanos dijeron) sin embargo y dada la informalidad o la falta de planeación, no hubo o no había llegado el maestro de ceremonias, por lo que de nueva cuenta salió nombre a relucir, y aquí su servilleta que “paga por que lo alquilen” para pronto dijo sí.

Así que, sin más preámbulo, me aventé con la presentación del evento y después de lo serio de la ceremonia, inició el juego de los 100 mexicanos dijeron. Que, dicho sea de paso, siempre hay que pensar como aquel grupo de personas a quienes se les entrevistó para poder ser más empático en las respuestas. La dinámica del juego fue bastante divertida para m y el capitanear al equipo que me toco integrar y que además consiguió que a sus representados se les premiara con los obsequios previstos para ello, fue por demás divertido y reconfortante.

Bueno, y luego de este breviario cultural, llegó el baile… y es que hace ya un muy buen rato que no bailaba tanto y de tan variada música. No se si a todos les suceda igual, pero la verdad es que cuando está uno en el “bailongo” y además ves a las personas a tu alrededor como se divierten, siento como me contagio de esa misma alegría y es mucho más placentera la diversión.

El grupo versátil que amenizo el evento, fue bastante generoso con las “tandas” así como bastante bueno con la selección musical, por lo que no hubo mucho tiempo para estar sentado. Así que literalmente, lo bailado quien me lo quita.

Lo cierto, es que, con el paso de los kilos, se torna en una necesidad mejorar la condición física, ya que cuando la panza crece es más complicado el poder sostener los exigentes pasos de baile, sin quedar sin aliento. Jajajaja y más aún cuando invariablemente llega la música de banda, la cual exige una mejor condición física, si no, a la tercera canción ya anda uno buscando esquina. Lo bueno, es que las bailadoras estaban tan carentes de condición como yo, así que tuvimos tiempo de poder darnos un respiro entre una y otra pieza sin que nuestra dignidad se viera afectada.

Así que mis amigos, volvimos a sentir lo divertido del baile, la euforia de la alegría colectiva y pudimos pasar un muy buen rato muy ameno, entre compañeros de trabajo, quienes se convierten en esa familia con la que convives por lo menos 8 horas diarias de tu vida.

Feliz inicio de las celebraciones decembrinas jóvenes y recuerden gozar del baile y gozar del momento. Así podrán decir de forma muy responsable “Lo bailado, quien me lo quita” y cuídense por favor, si no… en septiembre tendrían que volver a decir, “bueno, pero lo bailado quien me lo quita” solo que con una connotación muy distinta.

By Carlos

One thought on “Lo bailado quien me lo quita…”
  1. grascias ciarli por tan amena descripción de un evento que sin duda disfrutaste
    saludos y felices fiestas recibe un abrazo sincero y de amistad

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